El gusto agrio la hizo reaccionar, entonces supo que algo andaba mal. Las ganas de vomitar venían a ella como la calma anterior a la tormenta. Esta vez fue diferente, era posterior.
El piso repleto de ropa, libros, vidrios rodeándola. Sobre todo el silencio, eso era lo mas perturbador. Se miro en el espejo, no reconoció su pelo ni su vestido, su cara era la de otra, sus ojos estaban perdidos en alguna parte. Las manos le temblaban.
Se acordó de golpe y se le escapó una sonrisa. Era una locura, no entendía como podía reírse justo ahora, pero eso era lo que hacia. Se sentía mejor, se sentía perfecta. No sentía. Lo buscó tanto y por fin lo tenía, no valía la pena ya lamentarse, no era de ese tipo de persona.
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