Eran aproximadamente las 12 de la noche de un viernes de Otoño. Sonaban las pelotas en el auto y los dos sonreíamos, todo estaba bien, íbamos al cine, irónicamente a ver Elefante blanco. En un semáforo en rojo los vi, estoy segura de que el mas grande no tenía más de 6, y el chiquito sólo 3. Este era el que con un palito lo apuntaba al mayor, cada tanto le apretaba el brazo y le gritaba cosas al oído, mientras el otro "escribía" con una piedra en un cartel. Era su juego, la victima y el victimario, el más chico parecía divertido, lo empujaba lejos del cartel y con el palo le daba golpecitos para que se acerque a los autos. Fue en ese momento en el que "palito" se nos acerco, teníamos la ventanilla baja y apenas se le veía su cara sonriente. Nos pidió una moneda. "No tenemos" le dijiste, y se enojo. Mejor dicho continuo con su personaje de malo, de peligroso. Su palito se convirtió en arma, o tal vez siempre lo fue, y apuntándonos y gritándonos nos pidió TODO.
No se que es todo, no se que será todo para el. Me niego a pensar que todo sea una billetera y dos celulares, también no quiero creer que todo para el sea un auto (mas allá de que no llega a los pedales).
El semáforo nos dio luz verde y nos fuimos, lo dejamos ahí en medio de la calle con su palito, gritando, jugando, imitando, viviendo su realidad para nada inventada.
Pero no te voy a olvidar, ni a vos ni a tu revolver de madera, ni a tu exigencia del todo. Quisiera darte todo, todo de verdad, pero el mundo me dice que no puedo, y te dice a vos que debo. La gente se ríe y me dice que te olvide, que como vos hay muchos, que tal vez te vuelva a cruzar en alguna esquina oscura de Buenos Aires con un palito de verdad. No puedo, a veces pienso que prefiero la culpa a la ignorancia, pero se convierten en sinónimos si no hago nada al respecto.
¿Cómo se lucha contra la cultura, contra el mandato social? Con una monedita no te doy todo, no te doy nada. Con una monedita anestesio mi culpa y alimento mi ignorancia. Pero es lo mas cómodo ¿no es cierto? Es tan fácil acercarte un peso y seguir mi camino, tal vez te hubiera olvidado al minuto, sólo que no te di nada, ni siquiera el placebo.
Y acá estoy, escribiendo sobre vos, en la comodidad de mi casa, no se que puedo darte, no se si tengo ese todo que estas buscando. Tengo ese impulso de salir a buscarte, de hablar con vos, de conocerte, de buscar la manera de darte algo, lo que sea que pueda, pero de golpe siento ese miedo, estúpido miedo. No se en que momento de la historia comenzamos a temerle a un nene de 3 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario